Cuando Dios te dio luz verde para que comiences tu tránsito fugaz por la vida, puso en tus manos una responsabilidad: la de elegir cómo quieres vivirla.
De pronto, te place caminar con temores, preocupaciones, con aprehensiones sobre lo que esperará mañana, angustiado y de un humor que te hace una compañía indeseable.
O tal vez...melancólico, indiferente, pasivo, desentendido con tu ayer, tu hoy y tu mañana. Huraño. O mejor, positivo, alegre, orgulloso de tu ayer, atento a tu hoy y esperando con fe tu mañana porque no es hoy... será mañana.
Optimista, altivo, generoso, solidario, rebosante de amor de Dios en tu corazón. Feliz.
Sabes?...la vida es tan breve y hay tanto por hacer, que es mejor gozarla. Una lágrima en tus ojos puede hacer que no disfrutes de la luz del sol.
Tu entrecejo fruncido impedirá el esplendor de tu sonrisa. Si levantas la voz para mostrar a todos tu disgusto, no podrás escuchar que hay aves que cantan.
Cuando maldices lo que te pasa, estás poniendo barreras para que no te lleguen las bendiciones que Dios tiene para ti.
¿Ves todo lo que te estás perdiendo por no ser como Dios quisiera que seas?No derroches ese poquito de tiempo que tienes para estar sobre la Tierra negándote a sonreír. Elige amar. Elige sentir. Elige ser feliz.
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